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Salve Britannia. ¿Sabías que la flota inglesa que conquistó Gibraltar zarpó de Altea?

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Descubre con nosotros las relaciones comerciales entre la comarca de la Marina y las Islas Británicas a lo largo de más de tres siglos.

Juan V. Martín Devesa

Historiador

 

Para muchas personas la afluencia de británicos al Mediterráneo puede resultar un fenómeno relativamente reciente y vinculado al periodo estival, atraídos por eso que los teóricos del turismo denominan las cuatro eses: sun, sand...

Más allá de estos tópicos, hay que recordar que no sólo algunos de los primeros pubs y discotecas de la comarca sino también el primer tren turístico de España, el Limon Express, fueron promovidos por ingleses. Sin embargo, esta vinculación empresarial y comercial viene de muy lejos.

 

“Ya desde el siglo XVIII había cónsules británicos en Alicante, Altea, Xàbia o Dénia”

Durante siglos existió un producto comarcal codiciado internacionalmente: las pasas. Hasta principios del siglo XX las cantidades anuales de pasa de la Marina exportadas rondaba las 100.000 Tm, la mayoría con destino al Reino Unido. Ya desde el siglo XVIII había cónsules británicos en Alicante, Altea, Xabia o Dénia, de manera que este intenso tráfico comercial permitió el establecimiento de una importante colonia inglesa en Dénia que, por cuestiones religiosas, tenían incluso su propio cementerio.  Los embalajes en los que se envasaban las pasas para su transporte eran originalmente cestas de mimbre o esparto que con el tiempo pasaron a hacerse de madera. Aunque finalmente los formatos se unificaron en el cajón de fruta, en la comarca siguieron llamándose con su nombre en inglés y todavía hay quien continúa usando la antigua palabra basquet para referirse a estos cajones.

 

“Este comercio norte-sur propició un fructífero intercambio gastronómico”

Además de las pasas, los otros productos que se exportaban de la Marina eran las almendras, el vino, los higos o el aceite de oliva. Las mercancías que llegaban desde los puertos ingleses eran el pescado salado, principalmente bacalao, sardinas y arenques, así como carbón, productos textiles y cuero. Este comercio norte-sur propició un fructífero intercambio gastronómico. El plumcake, el famoso pudin de frutas inglés necesitaba de las pasas y otras frutas secas de origen mediterráneo para su elaboración. A cambio el pescado proveniente del norte, nos permitió inventar un plato típico de la comarca: el arroz con bacalao y coliflor.

 

“Desde el siglo XVII las flotas mercantes y militares inglesas solicitaban permiso para abastecerse de agua en nuestras costas”

Pero antes de la invención del motor de vapor, las largas navegaciones a vela que permitieron este comercio, necesitaban un abastecimiento regular de agua. Existe constancia documental de que desde el siglo XVII las flotas mercantes y militares inglesas solicitaban permiso para abastecerse de agua en nuestras costas. Hacia 1660 el Virrey de Valencia otorga por primera vez permiso para hacer aguada en la desembocadura del Rio Algar, en la Bahía de Altea. A medida que la presencia comercial británica aumentó en el Mediterráneo, esta bahía se fue convirtiendo en un punto estratégico, hasta el punto que en la guía de navegación conocida como the English Pilot , incluía desde 1677 una página dedicada a Altea donde se indica el importante watering place. Esta ventaja fue aprovechada por los productores de todo el valle que esperaban con impaciencia la llegada de los barcos ingleses para dar salida a sus productos y todo gracias al agua. Pero la historia todavía nos tenía reservada otra sorpresa.

 

“Dada su importancia como punto de aprovisionamiento de agua, Altea se convirtió en lo más parecido a una base naval para la armada anglo-holandesa”

En el año 1700, tras la muerte del rey Carlos II de España sin descendencia, estallaba un conflicto internacional conocido como la Guerra de Sucesión Española que se prolongó durante catorce años. Inglaterra, los Países Bajos y el Sacro Imperio proponían como legítimo heredero del trono español al Archiduque Carlos de Austria, frente al candidato oficial, el francés Felipe de Borbón.

Los partidarios del Archiduque se agruparon en la denominada Liga de Augsburgo, cuya flota atacó ciudades como Lisboa, Cádiz, Málaga y Barcelona buscando el apoyo peninsular al candidato austriaco. Entre 1703 y 1706, dada su importancia como punto de aprovisionamiento de agua, Altea se convirtió en lo más parecido a una base naval para la armada anglo-holandesa en sus continuas incursiones en el Mediterráneo, donde además también llenaban sus bodegas de provisiones. Este apoyo a la causa austracista le valió, según creencia popular, la concesión por parte del Archiduque, que recaló en la bahía en 1705, del emblema del águila bicéfala que luce el escudo alteano.

Durante estas operaciones navales, el 19 de junio de 1704, la armada zarpó de Altea con rumbo sur para llevar a cabo una de las operaciones militares más conocidas de la Guerra de Sucesión: la toma de Gibraltar el 4 de agosto. Dos años después fue declarado puerto franco, algo que era fundamental para el floreciente comercio británico del Mediterráneo.

Aunque finalmente los Borbones fueron reconocidos como legítimos herederos de la corona de España, Reino Unido consiguió con la firma del tratado de Utrecht, que se le reconociese la posesión del Peñón y de la isla de Menorca, así como importantes privilegios comerciales en América. 

 

“A través de Gibraltar y Menorca apareció el comercio ilegal de azúcar, tabaco y café en la comarca.”

Estos cambios favorecieron las relaciones comerciales inglesas en la comarca y se inició, como hemos visto, un periodo de crecimiento de las exportaciones de pasas que se prolongó durante dos siglos.

Pero existe otro comercio que no aparece en los registros. Gracias al puente que la Royal Navy establecía entre América y el Mediterráneo a través de Gibraltar y Menorca apareció el comercio ilegal de azúcar, tabaco y café en la comarca.

El relieve escarpado de las costas de la Marina favorecía los desembarcos nocturnos como por ejemplo a los pies de la Serra Gelada donde existía una cueva conocida como l’Estacador del Tabaco. Pero también los navegantes de la comarca que hacían escala en Gibraltar aprovechaban para hacer contrabando con algunos productos de lujo como relojes o mantones de seda.

Resulta paradigmático que aunque en la comarca también se producía seda, no se hacían tejidos de calidad, sino que se solía exportarse en bruto. Hasta que una firma británica cambió esto. A finales del siglo XIX se instaló en Altea la factoría Morris Carswell, pero denominada popularmente el pel de cuc. Dedicada al  procesamiento e hilado de seda para la elaboración de sedal, sirvió para abastecimiento de hilo de sutura durante la Primera Guerra Mundial. Daba trabajo a muchas familias y en los años veinte del siglo XX reconvirtió su actividad a la fabricación de fibra y cañas de pescar.

Aunque parezca que los ingleses acaban de llegar, lo cierto es que llevan con nosotros mucho tiempo. Forman parte de la Historia de la Marina por derecho propio, desde mucho antes de que existiera la Unión Europea. Y es que a la Historia nadie se apunta o se borra, sólo seguimos navegando.  


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